Reflexión 21 de Septiembre

Buenos días.
Todas las personas se encuentran alguna vez en la vida, sin duda más de las que quisieran, en la encrucijada de qué hacer: perdonar o no perdonar una ofensa, un ultraje, cualquier mal gesto o peor acción.
Sabemos que el Señor Jesucristo nos muestra que no hay camino ante Dios que no sea el de perdonar, pues desde la oración que Él nos enseñó, el padrenuestro, hasta otras cuantas ocasiones, su consejo es el perdón siempre y en toda ocasión.
Es cierto que hay situaciones muy difíciles de superar, que además pasan por tener que perdonar y la propia naturaleza humana lo rechaza, porque se le hace harto costoso pasar por ahí.
Pero nunca la persona se puede dejar vencer por nada que no esté en el orden del Amor de Dios, y es precisamente en el Señor de donde tiene que sacar toda la fortaleza que se necesita para perdonar, que en algunas circunstancias puede llegar a ser hasta algo heroico.
Precisamente esta cuestión de la fortaleza Gandhi la vinculaba a la virtud del perdón, cuando decía que “un espíritu débil es incapaz de perdonar; el perdón es virtud de los fuertes”.
Comprendo que en la vida hay todo tipo de situaciones y circunstancias para valorar la exigencia evangélica del perdón, pero la persona que debe perdonar nunca puede cerrarse, por muchas justificaciones que haya, a su apertura al perdón. Siempre deberá buscar por dónde ir para encontrar agradar a Dios que nos enseñó, nos pidió y nos espera usando uno de los mayores dones que puede tener una persona, como es el perdón.
Todo el ánimo en el Señor Jesucristo para que pongamos nuestro corazón en la verdadera actitud de perdonarlo todo, de perdona a quien sea necesario y lo que sea preciso.
Reza sin descanso cada día por todas las necesidades de los Hermanos que aquí estamos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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