Reflexión 14 de Septiembre

Buenos días en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Día éste de más importancia para nuestra vida cristiana, del que se le da en la sensibilidad del pueblo cristiano.
Es un día de gran importancia porque pone ante nuestros ojos y ante nuestro corazón el centro de nuestra FE.
En la Cruz, el Señor Jesucristo inmola su vida para vencer, de una vez por todas, el pecado y la muerte, ofreciendo al Padre Eterno su cuerpo entregado y su sangre derramada.
En este día, las palabras resultan demasiado pobres para expresar el gran Misterio de Amor y de Misericordia que es la CRUZ, por ello os invito a que paréis el ritmo de vuestras vidas para orar ante el Señor Crucificado, de forma que podáis percibir su gran Amor y a la vez ofrecerle cuanto podáis, en un espíritu de gratitud inmensa. 
En la Cruz el Señor redimió todos los pecados, por ello qué hermosa actitud la de poner ante su presencia todos los pecados propios, pidiéndole perdón por ellos, que, sin duda, los acogerá, curará sus efectos y limpiará sus huellas.
Hoy es un día también para adorar su Preciosísima Sangre.
El día 1 de julio pasado, en la Fiesta de la Preciosísima Sangre, escribí esto: El Señor Jesucristo ha dicho refiriéndose a sus santas llagas y, por tanto a su Preciosísima Sangre:
“Todo el que me mire y se arrepienta, se salvará”.
“Tienes que entrar por mis Llagas. Sólo pueden entrar los mansos y humildes de corazón”, porque “Quien contemple mis llagas y se arrepienta, se salvará”.
Deseo de corazón que aprovechemos esta Fiesta para adentrarnos más en el Misterio de la Cruz y amarlo por todo lo que supuso y es para toda la humanidad, incluidos cada uno de nosotros en primera persona.
Con una gran humildad, vamos a pedir hoy todos juntos al Señor Crucificado que derrame su Preciosísima Sangre sobre todos y cada uno de los que aquí nos reunimos cada día en torno a su Madre Amantísima. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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