Reflexión 9 de Junio

Buenos días.
No olvidamos que seguimos inmersos en el Año de San José, y como día miércoles dedicado a este Santo Patriarca, os ofrezco reflexionar en la oración que hizo el Papa León XIII a San José en octubre de 1884, precisamente después de haber tenido aquella visión de gran tribulación por la que atravesaba la Iglesia, a causa de los ataques de los demonios.
La oración a San José que supongo recordáis es: “A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiados tu patrocinio.
Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege, Providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas: y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora, defiende a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con el perpetuo patrocinio, para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad. Amén”.
Quiero fijarnos en la última frase o petición: “…y a cada uno de nosotros protégenos con el perpetuo patrocinio, para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad”.
Se le pide a San José, que es Abogado de la buena muerte, su ‘auxilio’ para que ‘podamos santamente vivir y piadosamente morir’, lo que es esencial en la vida cristiana, pues muy al comienzo de la predicación del Señor Jesús ya nos convoca a la santidad, nos llama a ‘ser perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto’ (Mt 5,48).
Es muy importante, me atrevo a decir trascendental, vivir en santidad, para así, con la ayuda de San José también podamos morir piadosamente, o lo que es lo mismo, morir en la gracia y el consuelo del Amor de Dios.
Hermanos, es muy serio en estos tiempos que nos tocan recorrer ser y vivir, en expresión del Papa Benedicto XVI, 'según el corazón de Dios'.
Introducir en vuestros ejercicios de piedad esta oración a San José, por la que escucha sin dudar y con la que se alcanzan tantos beneficios como en ella se le piden.
Y hoy te ruego reces al mismo San José en favor de todas las necesidades de los Hermanos, aquí reunidos en torno a su Santísima Esposa, María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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