Reflexión 19 de Junio

Buenos días.
Está bien darse cuenta de las actitudes que mantienen las personas como también darse cuenta de las propias, pues de esta forma se pueden contrastar muchas de las cosas que están ocurriendo alrededor de sí mismo.
Las actitudes sabemos que son como el espíritu que anima todos los comportamientos y todas las acciones que se llevan a cabo. No puede haber un buen acto cuando ha de ser consecuencia de una actitud egoísta, por ejemplo.
Estamos inmensos en un mundo demasiado agitado, que en cuanto se descuidan las personas no tienen ni tempo, ni ganas y, quizás, ni posibilidades de pensar, de reflexionar, para darse cuentan por dónde están yendo sus pasos, así como los de los demás.
Se cae en errores de diferente tipo, a los que no se les da importancia porque se desprecian los valores más elementales, arrastrados por todas las ideologías que van destruyendo, poco a poco, los cimientos de la sociedad, inspirada desde hace muchos siglos en la cultura cristiana.
Hoy, sábado, miramos a la Virgen María y podemos ver como en Ella tuvo siempre un valor extraordinario todas las actitudes humildes y sencillas, pues así nos la muestra el Evangelio y así Ella misma se mostró siempre, incluso en sus apariciones de los últimos tiempos.
El escritor estadounidense Frank A. Clark escribió que “Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas”; pensamiento este de una gran sabiduría que nos puede ayudar a pensar y reflexionar en las propias actitudes que decimos al comienzo.
Pero en todo caso, la vida y el ejemplo de la Virgen Santísima es tan rico como elocuente en construir la vida a base de las pequeñas cosas muy cuidadas, muy queridas y muy bien expuestas y transmitidas.
Hay queda poder comprobar si uno se pelea por conseguir ‘grandes cosas’ que casi nunca llegan, o por el contrario busca la sabiduría de entender aquel refrán que dice: grano no hace granero, pero ayuda al compañero; un grano solo y aislado es ínfimo, pero muchos juntos forman un gran silo, lo mismo ocurrirá con las cosas pequeñas si a ellas atiendes en tu caminar por esta jornada terrenal.
Hoy te pido que reces a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos, que en Ella aquí nos encontramos. AMÉN.
Tu humilde oración te perecerá insignificante para toda la cantidad de problemas que entre todos se juntan, pero si cada uno de esos ‘todos’ aportan su pequeña oración, la Gracia de Dios será más que abundante en favor de todas las necesidades presentadas.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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