Reflexión 29 de Junio

Buenos días en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo.
Esta es una de las Solemnidades más importantes en cuanto a lo tocante a los santos, pues no en vano estamos considerando las vidas de dos elegidos por el Señor Jesucristo para misiones complementarias.
San Pedro fue elegido por el Señor para ser el primero y jefe de los Apóstoles, y, con ello, ser la cabeza visible de la Iglesia.
San Pablo fue elegido también por el Señor, ya una vez la Iglesia estaba en marcha, para transformarlo de perseguidor de la Iglesia en apóstol, encargándole llevar el evangelio a los gentiles.
Por ello, la Iglesia celebra sus memorias individuales en fiestas propias de cada uno: San Pedro el 22 de febrero y San Pablo el 25 de enero; hoy la Solemnidad de ambos, como apóstoles elegidos por Jesucristo para ser padres y faros de la Iglesia católica.
De aquí que estamos en un día tan importante como significativo, en estos momentos tan transcendentales en la vida de la Iglesia. Es cierto que a lo largo de la historia de la Iglesia hubo situaciones muy convulsas y con grandes problemas, pero podemos decir que los actuales son como uno de aquellos o al menos tienen unas características tan graves como difíciles.
En todo caso, estos momentos son los nuestros y, en ellos, somos nosotros los que tenemos que dar la respuesta correspondiente, que exigen una respuesta personal de cada bautizado, a la vez que comunitaria en el conjunto de todos.
La primera respuesta será la de tomar conciencia de esta situación en la que encontramos nuestra Iglesia, con una respuesta muy baja por parte de los que la formamos, tanto en la práctica religiosa como en el compromiso de dar la cara por la Iglesia.
La segunda será, desde la oración intensa y constante en favor de que no seamos castigados por nuestros pecados comunitarios, colectivos, etc., hasta el compromiso firme de trabajar lo cada uno pueda por contribuir a que nuestra tierra, llamada por San Juan Pablo II tierra de María, pueda florecer nuevamente el espíritu cristiano y se encuentren nuevos caminos en la manifestación de la Fe, por un espíritu religioso más vivo y exigente.
Los Pastores de la Iglesia necesitan también ser ayudados, sobre todo con la oración, para que puedan responder a las exigencias del Ministerio que a cada uno se le ha dado, y sean, en verdad, solícitos pastores del pueblo que se le ha confiado en las presentes circunstancias, tan delicadas como difíciles.
Recemos, pues, a San Pedro y a San Pablo por estas intenciones expuestas.
Y hoy, reza para que por su intercesión, las necesidades de todos los Hermanos encuentren solución. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es