Reflexión 4 de Noviembre

Buenos días.
San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán, nos ofrece hoy su fiesta y la oportunidad de fijarnos en su vida de servicio a la Iglesia Católica y al engrandecimiento de la Fe.
Su vida transcurre entre los años 1535 y 1584, siendo uno de los grandes reformadores de la época pos tridentina. Tenía cierta dificultad de palabra y su inteligencia no era deslumbrante, sus maestros le consideraban como un poco lento; sin embargo, hizo grandes progresos en sus estudios.
San Carlos tuvo que superar su propia dificultad de palabra, a base de paciencia y atención, pues tenía un defecto en la lengua. A este propósito, decía su amigo Aquiles Gagliardi: "Muchas veces me he maravillado de que, aun sin poseer elocuencia natural alguna, sin tener ningún atractivo especial en su persona, haya conseguido obrar tales cambios en el corazón de sus oyentes. Hablaba brevemente, con suma seriedad y apenas se podía oír su voz; sin embargo, sus palabras producían siempre efecto".
Resulta increíble la cantidad de trabajo que San Carlos podía despachar sin apresurarse nunca, a base de una actividad regular y metódica, lo cual es digno de ser imitado como otras tantas cosas.
Había logrado mortificar perfectamente sus sentidos y su actitud era humilde y paciente. Muchas almas se convierten a Dios en la adversidad; San Carlos tuvo el mérito de saber comprobar la vanidad de la abundancia al vivir en ella y, gracias a eso, su corazón se despegó cada vez más de las cosas terrenas.
Su espíritu de oración y su amor de Dios dejaban en los otros un gran gozo espiritual, les ganaba los corazones, e infundía en todos el deseo de perseverar en la virtud y de sufrir por ella.
Esta muestra brevísima de su vida impulsa a conocerla más, pues su riqueza es muy grande.
Concluyamos con un pensamiento suyo: “Un santísimo silencio es el celoso guardián de la humildad”, que tanto se necesita para conseguir una verdadera conversión del corazón, clave en estos momentos actuales en los que los hombres se han alejado tanto de Dios.
En este Primer Viernes de mes, reza al Sagrado Corazón de Jesús para que venga en auxilio de todas las necesidades de los Hermanos, aquí reunidos en torno a su Santísima Madre y Guía nuestra. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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