Reflexión 2 de Noviembre

Buenos días  la Conmemoración de los Fieles Difuntos.
Ya ayer partíamos del Artículo de la Profesión de Fe: Creo en la comunión de los Santos y hoy corresponde a nuestra comunión con los Hermanos en la Fe que, habiendo ya cubierto la etapa de la vida terrenal, han estado obligados a pasar por la purificación de sus faltas en el Purgatorio.
Los lazos de la sangre o de cualquier otro tipo, hicieron que se tuviera muy buena relación de afecto o de cariño con aquellos que ya partieron de esta vida, y es precisamente aquella relación de amor, de acariño o de afecto, la que ahora nos está pidiendo que les ofrezcamos lo que nosotros sí tenemos y que ellos carecen, pero que es lo que más necesitan.
Nosotros, como ellos cuando vivían, tenemos la capacidad de merecer, en este caso el poder ofrecer los sufragios que ellos necesitan y que ya no pueden hacer ningún mérito que abrevie su tiempo de purificación, por ello, la mayor y mejor limosna de Amor verdadero que puedes hacer tu y yo, es ofrecer cualquier sufragio por las almas de los fieles difuntos en su estancia en el Purgatorio, que lo abrevie en el tiempo y lo haga más llevadero.
Por tanto, el día de hoy es meridiano y claro su razón de ser: ofrecer sufragios por los difuntos, comenzado, quizás, por los más allegados para abarcar a todos cuantos se encuentran en esa etapa purificadora; estos sufragios pueden ser: ofrecer la Santa Misa, que es el sufragio de mayor valor espiritual, oraciones, sacrificios u otros sacramentales que se pueden ofrendar.
Además de la razón de la generosidad que exige el amor de Dios por los demás, no podemos olvidar que lo más seguro es que un día tengamos que hacer el mismo camino, y que necesitemos la misma ayuda, por lo que se necesitará que otros tengan la misma generosidad con nosotros.
Por todo lo dicho no es necesario indicar que hoy no hemos de rezar por los Hermanos que aquí nos encontramos cada día, sino más bien por los que de ellos ya partieron de este mundo, así como por los otros que indicamos más arriba. Y lo haremos con Fe y Esperanza a Dios nuestro Padre, Señor de todos los vivientes. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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