Reflexión 6 de Mayo

Buenos días.
En este primer viernes del Mes de María, mientras miramos al Sagrado Corazón de Jesús para hacer cuanto podamos para desagraviar su Divino Corazón, vamos a orar y meditar con este Himno de la Liturgia de las Horas en la Fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores.
“¡Ay dolor, dolor, dolor, por mi Hijo y mi Señor! 
Yo soy aquella María del linaje de David: ¡Oíd, hermanos, oíd la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel que el Señor era conmigo, y me dejó sin abrigo más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita entre todas las nacidas, y soy de las doloridas la más triste y afligida.
Decid, hombres que corréis por la vida mundanal, decidme si visto habéis igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis padres, hijos y maridos, ayudadme con gemidos, si es que mejor no podéis.
Llore conmigo la gente, alegres y atribulados, por lavar cuyos pecados mataron al Inocente.
¡Mataron a mi Señor, mi Redentor verdadero! ¿Cómo no muero con tan extremo dolor? 
Señora, santa María, déjame llorar contigo, pues muere mi Dios y mi amigo, y muerta está mi alegría. Y, pues os dejan sin Hijo, dejadme ser hijo vuestro. ¡Tendréis mucho más que amar, aunque os amen mucho menos!”.
De este hermoso Himno, se pueden extraer buenas enseñanzas del quehacer de la Santísima Virgen en favor de los que le fuimos dados por su Hijo en la Cruz.
Ella nos convoca para que le ayudemos, en su dolor y en su pesar, a seguir trabajando en este combate espiritual, que todos libramos a nivel individual y también a nivel comunitario.
Leamos y oremos con serenidad y tranquilidad este Himno dedicado a la Virgen Dolorosa.
Y reza ya a Ella, al menos tres avemarías, por todas las necesidades de los Hermanos, en las que están incluidas también las tuyas. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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