Reflexión 13 de Mayo

Buenos días en la Fiesta de la Virgen de Fátima.
Durante los dos últimos días hemos querido preparar nuestros corazones para este día, como lo hiciera el Ángel de la Paz con los Pastorcitos.
Este día 13 de mayo de 1917 fue uno de los más importantes del siglo XX, pues fue el día en que la Santísima Virgen vino a traer a la humanidad un mensaje de Amor y de Misericordia, que quizás en su momento no se llegó a atender en la medida que era necesario y a pesar de estar avisado acontecieron las desgracias anunciadas.
Hoy, acercándonos a lo que la Virgen Madre le dijo a los Pastorcitos durante aquellos seis meses que duraron las apariciones, podemos entender muchas cosas de las que están ocurriendo y las duras actitudes que mantenemos las personas continuando por los caminos del pecado que niega a Dios y destruye la obra de su Amor.
Solamente me fijaré hoy en la tercera aparición el 13 de julio de 1917 en la que Lucía le pregunta a la Virgen cuando llega: “¿Qué es lo que quiere de mí?, pregunté. "Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, y continuéis rezando el rosario todos los días en honra a Nuestra Señora del Rosario con el fin de obtener la paz del mundo y el final de la guerra, porque solo Ella puede conseguirlo”.
¿A qué final de la guerra se refería? La Primera Guerra Mundial, que duraba desde el 28 de julio de 1914 hasta el 11 de noviembre der 1918.
Ese mismo día, más adelante, tras dejarles tener una visión del infierno les dirá: "Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios comenzara otra peor". Y así fue.
Agradezcamos a la Santísima Virgen todos sus desvelos por sus hijos; hagamos un pequeño esfuerzo por atender sus llamadas a rectificar los caminos que sigue el mundo y que desgraciadamente no son los que llevan a Dios.
En el gozo de esta Fiesta de la Virgen de Fátima, hagamos el pequeño esfuerzo de ofrecerla el rezo del santo Rosario que con tanta insistencia se lo pidió a los Pastorcitos de Fátima: Francisco y Jacinta, ya santos canonizados, y a Lucía que aún falleció en el año 2005.
A la Virgen de Fátima le rezamos hoy, para encomendar nuestra oración diaria por las intenciones y necesidades de todos los Hermanos que en Ella nos encontramos aquí. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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