Reflexión 22 de Mayo

Buenos días en el Día del Señor.
Ya avanzamos a partir de hoy por la sexta semana de Pascua, que nos llevará a la Celebración de la Ascensión del Señor, lo que quiere decir que el Tiempo Pascual va culminándose.
En la oración colecta de este domingo, la Iglesia pide: “Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con fervor sincero estos días de alegría en honor del Señor resucitado, para que manifestemos siempre en las obras lo que repasamos en el recuerdo”.
Esto es, que sepamos perseverar en lo que supuso para cada uno la Resurrección de Jesucristo, y que nos lleve a demostrar con la vida lo que actualizamos en el recuerdo. Todo un programa de vida.
Del Evangelio de San Juan 14,23-29, sólamente os propongo la meditación del primer párrafo, en el que el Señor Jesús dice: “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”.
Pocos comentarios necesita para entenderla y sentirse interpelado por esta Palabra del Señor.
‘El que me ama guardará mi palabra’. En primera persona: ¿Yo guardo la palabra del Señor? ¿Las enseñanzas evangélicas, los consejos evangélicos, las formas de sentir, de decir y de hacer del Señor, son las que marcan mi camino?
Si es así, el Padre me amará y ‘vendremos a él y haremos morada en él’, pero si no es así, si no guardamos la palabra del Señor, es la verdadera señal de que no amamos al Señor, sencilla y definitivamente. Alguno podrá decir que es muy tajante la afirmación, pues dila de otra forma, amo al Señor en la medida que guardo su palabra, pero al mismo tiempo no se deben olvidar estas otras palabras del mismo Señor Jesucristo: “El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt 12,30).
En este Día del Señor, no dejes de rezar a la Santísima Virgen María, para que interceda ante su Hijo Resucitado en favor de las necesidades de todos los Hermanos que en Ella nos encontramos aquí. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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