Reflexión 30 de Mayo

Buenos días en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Es esta Celebración una de las más importantes de la Sagrada Liturgia, pues con ella entramos en ese gran Misterio de AMOR y de UNIDAD que es la Santísima Trinidad.
Mucho podríamos decir de este gran día, pero quizás lo principal sea que nos acerca a lo que es básico de nuestra Profesión de FE: Creemos en un solo y único Dios verdadero, que son Tres Personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En la reflexión personal os invito a que os acerquéis a contemplar lo que es la verdadera UNIDAD y lo que es el verdadero y mutuo AMOR.
Os dejo con uno de los Himnos litúrgicos del Oficio Divino, que dice: “¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!, la Iglesia nos sumerge en tu misterio; te confesamos y te bendecimos, Señor, Dios nuestro.
Como un río en el mar de tu grandeza, el tiempo desemboca en hoy eterno, lo pequeño se anega en lo infinito, Señor, Dios nuestro.
Oh Palabra del Padre, te escuchamos:          Oh Padre, mira el rostro de tu Verbo; Oh Espíritu de Amor, ven a nosotros;   Señor Dios nuestro.
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro! Haced de nuestras almas vuestro cielo, llevadnos al hogar donde tú habitas, Señor, Dios nuestro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu: fuente de gozo pleno y verdadero, al Creador del cielo y de la tierra,          Señor, Dios nuestro. Amén”.
Y no me resisto a dejar también la oración con la que hoy reza la Iglesia: “Dios Padre, que, al enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación, revelaste a los hombres tu admirable misterio, concédenos, al profesar la fe verdadera, reconocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar la Unidad en su poder y grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo”.
Sólo resaltar la última frase de la oración: “concédenos, al profesar la fe verdadera…”, que bien merece, como el resto,  una reflexión íntima y lo más profunda posible.
Hoy tu oración sí puede ser valiosa en favor de todas las necesidades de los Hermanos, aquí reunidos en torno a la Santísima Trinidad. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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