Reflexión 17 de Mayo

Buenos días en la Fiesta de San Pascual Bailón.
Recuerdo que ya el año pasado en este día hablé de este gran Santo de la Eucaristía, pues su amor a la Sagrada Presencia de Jesucristo en el pan consagrado era tal, que le emocionaba y para adorarle y honrarle, hasta danzaba ante el Señor Eucaristía, y también ante algún cuadro de la Santísima Virgen.
La reseña de su vida ya la referimos en aquella meditación, por ello hoy vamos a centrarnos en la Santísima Eucaristía.
Todas las personas católicas han de coincidir que el centro de la vida cristiana es una y únicamente la Eucaristía.
Siendo así, es lógico que sea el gran objetivo del enemigo a atacar, lo que en los tiempos más recientes lo está haciendo y con no poco éxito para él.
Es muy doloroso, es muy penoso, ver cómo por los más diferentes frentes se ataca, se desprecia, se profana, haciendo las propuestas más disparatadas como es llamar a recibir la Sagrada Comunión a cualquiera que se le quiera antojar acercarse.
¡Pero qué locura es esta!
El Señor Jesucristo se quedó en Sagrada Hostia para alimento de los que, habiendo recibido su mensaje de liberación y salvación, aceptasen el Bautismo.
A esta primera condición en la que se ha Profesado la FE y se han hecho lo que llamamos ‘Promesas Bautismales’, hay que añadir, para recibir la Sagrada Comunión, la necesidad de no estar en pecado grave o mortal, en cuyo caso habría que acudir antes a la Confesión, pues es en estado de Gracia como se ha de comulgar.
En la Sagrada Escritura hay textos abundantes que iluminan lo grave que es comulgar con indignidad, en pecado.
Los católicos hemos de tomarnos muy en serio este tema del Culto a la Sagrada Eucaristía; hay muchas formas de defenderla, pero una muy importante es enseñar a las personas la verdadera doctrina de la Iglesia Católica en esta materia.
Y, sobre todo, rezar, expiar, reparar, desagraviar al Señor Jesucristo tan ofendido y ninguneado por los hombres, pero lo más doloroso es que en gran medida empieza por los suyos.
Hermanos, el espacio no permite desarrollar hoy más esta cuestión, sólo te invito a que tomes total conciencia del gravísimo momento que la Iglesia atraviesa en este orden de la Sagrada Eucaristía, y que tomes la postura que debes para actuar con firmeza, pero siempre en pobreza y humildad, como se mostró siempre el Siervo de Yahvé.
Al Señor Jesús te pido reces hoy, qué menos que un padrenuestro, por todas las necesidades de los Hermanos, aquí reunidos en torno a su Santísima Madre. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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