Reflexión 29 de Abril

Buenos días.
Vuelve hoy el Santoral a traernos otra figura gigante de la santidad: Santa Catalina de Siena, cuya vida y obra fue y es impresionante durante sus 33 años de vida en la tierra.
Hay de ella una frase que hoy nos puede ayudar en ese gran desafío que todos tenemos: el amor.
Ella dice: “El alma no puede vivir sin amar, y cuando no ama a Dios se ama desordenadamente a sí misma”.
Amarse a sí mismo fuera del ámbito de Dios abarca una serie de defectos y pecados que hace a la persona vivir a la deriva: egoísmo, ambición, abusos, mentiras…, y todo lo mucho que se puede agregar.
Es verdad que la persona no puede vivir sin el amor, cualquiera lo comprende con sólo atender a sus propios sentimientos e inclinaciones, pero la clave está en ¿con qué amor se vive?
Está el amor carnal, que solo entiende de todo lo relativo a lo terrenal, a la inmediatez de los egoísmos y de las pasiones, cayendo en la gran mentira de pensar que puede perpetuar su vida en la tierra, aunque sepa que eso no es verdad porque toda persona muere.
Por lo contrario está el AMOR que busca dar paso al reflejo del AMOR DE DIOS, que es en el que toda persona ha sido creada.
El Amor de Dios se cristaliza en la persona a través de la Caridad, que San Pablo nos dice cuál es su identidad.
Por si se te ha olvidado, repasa.
“Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; más, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios. 
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor” (1 Cor 13,1-13).
Ya te pido, como cada día, tu oración en favor de las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos de la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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