Reflexión 25 de Abril

Buenos días en el Domingo del Buen Pastor.
Resulta muy entrañable escuchar al Señor Jesús cuando dice: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas…”; más adelante añade: “Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor”.
Para concluir diciendo: “Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente…”
Lógicamente somos ovejas del rebaño del que Jesús es el Buen Pastor, razón por la que hemos de estar muy atentos a los caminos que Él nos enseña y nos marca, en cada momento de esta historia presente que estamos viviendo.
En el rebaño del Buen Pastor no todas las ovejas son dóciles a ‘los silbos del pastor’; ojalá que nosotros sí lo seamos.
Te ofrezco para acabar este hermoso poema de Félix Lope de Vega y Carpio: “Pastor que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño. Tú que hiciste cayado de ese leño, en que tiendes los brazos poderosos, vuelve los ojos a mi fe piadosos, pues te confieso por mi amor y dueño, y la palabra de seguirte empeño, tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres. Espera, pues, y escucha mis cuidados, pero ¿cómo te digo que me esperes, si estás para esperar los pies clavados?”.
Con la gran confianza que nos da el Buen Pastor, reza hoy para que Él nos cuide a todos los Hermanos que aquí no reunimos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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