Reflexión 18 de Abril

Buenos días en el Día del Señor.
La Palabra de Dios de este Tercer Domingo del Tempo Pascual, es extraordinariamente elocuente y, a la vez, nos ofrecen un horizonte grande de Luz y Salvación.
Se comenta por sí misma, pues al fin siempre es lo mismo: la PROPUESTA que Dios hace y la RESPUESTA que da el hombre.
Veamos la Primera Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10, que dice así: “El Señor dirigió la palabra a Jonás: Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré.
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa, hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada.
Los ninivitas creyeron en Dios; proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor. 
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó”.
Llamada a la CONVERSIÓN y respuesta sincera de todo el pueblo de Nínive.
Tanto en la segunda Lectura, de la primera Carta a los Corintios, como en el evangelio de San Marcos, hay frases muy llamativas para tener en cuenta, y más en los tiempos que estamos viviendo.
San Pablo escribe: “Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante (…) porque la representación de este mundo se termina”.
Y el Señor Jesús, cuenta San Marcos que: “Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”.
El resumen es muy sencillo: CONVERSIÓN, CONVERSIÓN Y CONVERSIÓN.
Ojalá que esta llamada apremiante de la Palabra de Dios, la sepamos acoger cada uno y trabajar por ella sin descanso, tanto en la propia vida como transmitiéndosela a los demás.
Que este Día del Señor no pase sin haber obtenido una respuesta personal según el compromiso bautismal.
Y por favor, no dejes de pedir al Padre de las Misericordias por todas las necesidades materiales y espirituales de los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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