Reflexión 17 de Abril

Buenos días.
Demos un paso más en relación al Octavo Mandamiento de la Ley de Dios: “No dirás falso testimonio ni mentiras".
La mentira es una grave injuria a la dignidad de la persona humana, además de trastornar las leyes del Creador.
La verdad, por el contrario, es uno de los elementos indispensables de la vida social, porque sin ella todo se vuelve, antes o después, en confusión y ruina.
El alcance moral de la mentira y, en consecuencia, la negación de la verdad, es mucho más grave de lo que se considera en la vida personal, y en todos los ámbitos a los que alcanza esta vida de cada persona.
Siendo así, resulta llamativo, al menos, que la mentira se haya abierto camino de tal manera en las relaciones interpersonales, que gran cantidad de personas no le den la importancia que tiene, llegando incluso a justificarla de muy diferentes maneras alegando que de esa forma ‘se evitan males mayores’.
Con la mentira se causan muchos daños de muy diferentes tipos, llegando a poder ser, aunque parezca exagerado, un serio atentado contra la convivencia pacífica de las personas y una grave injusticia.
Para concluir hoy con esta breve exposición, apuntemos también que otro pecado colateral que se puede cometer al amparo de la mentira, es la hipocresía; pero ya tendremos ocasión de ahondar más en este Octavo Mandamiento de la Ley de Dios.
Ahora ya, con serenidad dediquemos un poco de tiempo a profundizar en lo dicho, y poder así ver y ser conscientes del alcance de la mentira y de su compañera, la hipocresía.
Te pido que no dejes de rezar con fe y confianza a María, nuestra Madre y nuestra Guía, en favor de todas las necesidades que tienen los Hermanos que nos encontramos aquí cada día. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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