Reflexión 23 de Abril

Buenos días.
Es propio de este Tiempo de Pascua, ver en el Libro de los Hechos de los Apóstoles todo lo que aconteció después de la Resurrección del Señor Jesucristo y del nacimiento de la Iglesia.
En el capítulo 5 a partir de versículo 25, se cuenta cómo los Apóstoles seguían predicando en Jerusalén el Reino de Dios, por lo que fueron nuevamente llevados ante el Sanedrín: “…el sumo sacerdote los interrogó, diciendo: ¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen”.
Quiero resaltar estas dos frases: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” y “Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen”.
En la primera queda claro la exigencia del Bautismo por el que se profesa la Fe, cuyo primer compromiso es ‘Amar a Dios sobre todas las cosas’; a partir de aquí tiene pleno sentido lo que dice Pedro de que ‘hay que obedecer a Dios antes que a los hombres’, lo cual tiene mucho recorrido en nuestro mundo y en nuestra historia personal, que solo cada cual puede ver cómo en su vida se encuentra este precepto de ‘obedecer’, pues la persona siempre está situada en esta dinámica de la obediencia y, además la práctica, ¿bien, mal, regular…?
En cuanto a la segunda, dado el espacio limitado que tenemos, me parece importante su segunda parte que dice que Dios da el Espíritu San a los que lo obedecen.
Sin los dones del Espíritu Santo, al hombre se le hace muy penoso el camino de su vida, sobre todo si lo quiere hacer bajo la mirada de Dios. Quizás esté aquí una de las claves –la más importante- por la que en nuestro mundo se encuentra tanta desdicha, tristeza, desgracia…
Impulsados a seguir las enseñanzas de los Apóstoles, hagamos este pequeño esfuerzo de escrutarnos y ver la realidad de la propia vida.
María, nuestra Madre y nuestra Guía, está en constante disposición para ayudarte a seguir viviendo según el Corazón de Cristo, su Hijo.
Reza ya por todas las necesidades de los Hermanos, que cada día nos encontramos aquí. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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