Reflexión 9 de Octubre

Buenos días
Planteábamos ayer la importancia de hacer felices a las otras personas con las que se convive o se tiene diferente tipo de relación.
Hoy vamos a fijarnos en un peligro que puede tener este camino de hacer feliz a alguien o que uno reciba ese trato de otros.
Me refiero a esos movimientos, palabras o gestos que buscan llevar a la otra persona por los caminos que se sabe le agradan, no tanto con el fiel deseo de hacerla feliz, sino con la intención de adularla para conseguir favores o intereses.
La ADULACIÓN es un verdadero peligro, tanto para el adulado como para el adulador.
Al adulador no le mueven motivos nobles, sino que siempre buscará algún tipo de beneficio por nimio que pueda ser, lo que le lleva a una situación de vileza, o cuando menos a un espíritu empobrecido por la mezquindad.
En resumen, más tarde o más temprano, se hace una persona indeseable por los otros, e incluso por sí mismo si es capaz de reflexionar, porque de lo contrario será ‘causa perdida’.
En cuanto al adulado, si se cree las lisonjas del adulador, las admite, acepta, etc., debe tener claro que es verdadero veneno para su espíritu, pues al fin le hace creer lo que realmente no es cierto ni responde a la verdad; el tiempo se encargará de demostrarle que ha arruinado su vida en la medida que se dejara llevar por la adulación en el tiempo y por las personas que fueran.
En el aspecto moral de la vida humana no se puede admitir ese ‘vale todo’ que parece que hoy se acepta, porque previamente no puede ser nunca asumido el que ‘el fin justifica los medios’.
Se tiene una gran preocupación por la salud física, más en estos tiempos tan amenazados realmente por la pandemia, pero no se atiende de igual forma la salud espiritual, cuando ésta es tan importante cuando menos que la otra, si no tendríamos que decir que es mucho más importante.
Con la salud física podremos hacer la jornada terrenal más o menos satisfactoriamente, pero con la salud moral, primero contribuye de una forma sustancial a conseguir una buena salud física, pero además, y esto es lo más importante, se consigue estar en la mejor disposición para comparecer ante el tribunal de Dios en el juicio particular cuando seamos llamados de este mundo a su presencia.
A veces las personas cometen el error de no tener en sus categorías humanas la VERDAD DEFINITIVA, que son los Novísimos: Muerte, Juicio, Cielo e Infierno.
Aunque sea esta una cuestión que cuesta encararla, es muy conveniente saber cuánto de adulador se tiene y cuanta adulación se admite, sencillamente para corregir lo que sea necesario en uno y en otro sentido.
Practicar la adulación es, sin duda, pecado y aceptar la adulación, igual.
El reconocimiento de las virtudes del prójimo y el que reconozcan las propias, no es malo cuando se hace desde la verdad, la humildad y la sencillez, pues esto nunca entrará en la categoría de la ADULACIÓN.
Te dejo ya rezando por las necesidades físicas, materiales y morales de los Hermanos, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, en este mes del Rosario. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es