Reflexión 16 de Octubre

Buenos días
Hemos llegado al ecuador del mes de octubre, al día central del Mes del Rosario y justo es que pensemos un poco en esta importante oración, tan querida y demandada por la Santísima Virgen.
Sor Lucia de Jesús, la vidente de Fátima, dijo: “La Santísima Virgen nos dijo, tanto a mis primos como a mí, que DOS ERAN LOS ÚLTIMOS REMEDIOS QUE DIOS DABA AL MUNDO: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María”.
La Virgen en su Mensaje en Fátima habló en una clave de apremio por los pecados de la humanidad, de aquí la expresión: “…dos eran los ULTIMOS REMEDIOS que Dios daba al mundo”, que perfectamente podemos interpretarlos en estos momentos presentes en los que no se sabe bien hacia dónde mirar, porque nadie sabe ofrecer un horizonte cierto en la desastrosa situación propiciada por el CORONAVIRUS.
Uno no sabe bien qué pensar, porque unos y otros buscan soluciones, imponen normas restrictivas que dicen son en bien de la población para evitar el gran mal propiciado por el virus, pero que al mismo tiempo arrastran a la sociedad a un empobrecimiento, cuyo resultado final nadie conoce y que puede llegar a ser de consecuencias muy graves.
Al final, las personas de ‘a pie’, ¿qué pueden hacer, más allá de intentar aceptar y cumplir las normas sanitarias y sociales? ¿esperar una solución que el sentido común no ve?
Sólo hay una solución, aceptar con HUMILDAD que estamos ante un peligro sanitario y social muy grave y muy grande, e intentar hacer caso a la llamada de la Virgen de Fátima, rezando el Santo Rosario y acudiendo al Inmaculado Corazón de María, pidiendo LUZ para poder hacer camino de CONVERSIÓN personal, que alcance tantas gracias como son necesarias para superar esta situación, que bien parece no preocupar en su justa medida a muchas de las personas.
No esperemos a ver una situación más grave aún de la que tenemos; pongamos cada uno la mejor solución que hay, como es el rezo del Santo Rosario, más allá de lo que se deba seguir haciendo en el orden sanitario.
Mira las necesidades de los Hermanos y reza ya, al menos tres avemarías, al Inmaculado Corazón de María, por la feliz solución de todas ellas. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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