Reflexión 22 de Octubre

Buenos días en la Fiesta de SAN JUAN PABLO II.
Hace 42 años que tal día como hoy San Juan Pablo II comenzó su Ministerio Pontificio, aunque había sido elegido el día 16 de este mismo mes de octubre de 1978.
Fue un largo pontificado de 27 años en el que se encuentran muchos puntos de referencia para poder reflexionar, pero nuestro espacio no es muy amplio y no puedo extenderme, aunque sólo fuera enumerándolos.
Una frase que guardé en el recuerdo de este Santo Papa fue: “La peor prisión es un corazón cerrado”.
Me hizo pensar mucho en su momento y cada vez que me tropiezo con ella me interroga seriamente, pues el tema del ‘corazón’ es muy interesante e importante en el camino de la perfección cristiana.
El Señor Jesucristo ya habla del corazón como lugar del que fluye lo bueno y lo malo que hay en la persona, y en la sexta bienaventuranza es muy explícito: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
En las relaciones interpersonales es muy importante esta cuestión del corazón, porque no es lo mismo un corazón abierto, alegre, espontaneo, acogedor, cariñoso..., que un corazón cerrado que no permite a la persona ver ‘más allá de sus narices’, como dice el dicho popular, porque vive en un egoísmo grande y en un egocentrismo que le llevan a no vivir los encantos de la intercomunicación, ni las maravillas de una convivencia cristiana, en la que el otro es lo más importante para la persona.
Quien vive en esta ‘prisión’ que describe el Papa Juan Pablo II por mantener el corazón cerrado, lleva consigo una gran amargura, que aunque intente taparla con las muchas cosas que en nuestra sociedad tienen a su alcance, no lograra nunca ni la PAZ ni la FELICIDAD.
Las personas cuidan la salud del cuerpo como corresponde y debe ser, y en ella el corazón ocupa un lugar muy importante por su significación en el conjunto del cuerpo humano y porque, además, es el punto clave para la vida y para la muerte, ya que al final es el corazón el que hace la parada definitiva; pues la salud del corazón en el sentido espiritual es tan importante o más, porque al fin con el corazón lleno de luz y de pureza se alcanzará la plenitud del Amor de Dios en el Cielo para toda la eternidad.
Pidamos la intercesión de San Juan Pablo II, para que nuestra Iglesia Católica pueda cumplir su misión en esta situación tan compleja que tenemos a nivel mundial.
Y recemos también, como cada día, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos que nos encontramos diariamente aquí. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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