Reflexión 28 de Octubre

Buenos días
Ayer veíamos la sorpresa de los que en el juicio final contestaban al Señor: “¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel?”
El Señor contestaba, a unos: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, y a los otros: “Lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
A los primeros les ofreció: “Heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”, y a los segundos les sentenció: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
La interrogante que tantas veces se presenta es cómo poder cumplir con estas exigencias del Señor, en un mundo tan heterogéneo que se va de las manos por un sinfín de circunstancias y de realidades de las personas, que llegan a superar toda buena voluntad que se quiera o se pueda tener.
Pero si vamos al comienzo de la predicación del Señor Jesús en el Sermón del Monte, entre aquellas 10 Bienaventuranzas hay una que dijo: “Bienaventurados los LIMPIOS DE CORAZÓN, porque ellos verán a Dios”.
Aquí está la clave: la persona será capaz de ver al Señor Jesús en cualquier prójimo y en cualquier situación en la que se pueda encontrar, cuando sea capaz de mantener el CORAZÓN LIMPIO, que es lo mismo que decir, un corazón libre, capaz de estar por encima de tantas circunstancias, situaciones o condicionamientos, que ponen a las personas en situaciones tan difíciles y complicadas como las que describe el Señor Jesús en ese capítulo 25 del evangelio de San Mateo.
Si no se es capaz de superar el examen del Juicio Final del Señor Jesucristo en el último día, será porque no se ha comprendido y se ha vivido sus exigencias de AMOR, a pesar de haber tenido todos los instrumentos precisos y necesarios.
Acabo hoy recomendando un repaso a las Bienaventuranzas, código de la vida cristiana, que se encuentra en San Mateo, capítulo 5, versículos 1 al 12.
Tus Hermanos esperamos que reces por las necesidades de todos, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, aún en el Mes del Rosario. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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