Reflexión 23 de Junio

Buenos días 
En todos los tiempos y en todas las relaciones interpersonales, se encuentran diferentes versiones de un mismo hecho, lo que hace que falte objetividad en relación al asunto, tema o acontecimiento de que se trate.
Es penoso, desde luego, que las personas no sean capaces de vivir en la VERDAD, de forma que, bien por subjetividad acusada, bien por intereses de diferente tipo o cualquier otra razón, en absoluto nada afortunada, al fin no se manifiesta la realidad auténtica.
El que fuera Presidente de los EEUU, Abraham Lincoln dijo en cierta ocasión: “Quien no estudia las dos partes de la cuestión no es honrado”; he aquí una buena fórmula para conocer la verdad verdadera, valga la redundancia, más allá de lo que a uno le parezca mejor o más acertado.
El Señor Jesucristo se nos manifiesta diciendo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida” (Jn 14,6), lo que supone que siempre la VERDAD debe sobresalir por encima de todo, guste más o guste menos, porque si las personas se acostumbran a asumir cualquier cosa que se les quiera decir, aceptan lo que se les quiera hacer ver como válido y real, más tarde o más temprano quedaran heridas moralmente, y, lo que es peor, habrán perdido su libertad porque serán dirigidos como marionetas.
Santa Teresa de Jesús llega a decir: “La verdad padece, pero no perece”, porque más tarde o más temprano siempre se termina sabiendo la verdad de las cosas.
Estamos en unos momentos históricos en los que cada persona ha de saber qué quiere ser y hacer, pues, o hace lo que decía Lincoln para ser honrado, esto es estudiar las diferentes versiones o partes de lo que se plantee, o quedará prisionero del ‘poder más fuerte’ que logre hacerle ver y hacer, no por sí mismo, sino como le vayan dirigiendo.
Son momentos extraordinariamente importantes, diría más, transcendentales, ante los que no se puede estar pasivo.
Recemos ya, como cada día, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por las necesidades e intenciones de los Hermanos, sabiendo que el Santo Rosario es el arma más poderosa para alcanzar las Gracias del Padre de las Misericordias. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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