Reflexión 26 de Enero

Buenos días en el DÍA DEL SEÑOR.
Conviene recordar de vez en cuando, como hijos de la Iglesia Católica que somos, el sentido del Domingo en nuestra vida.
Con esta cuestión puede ocurrir como con otras muchas, que por sabidas se van deteriorando, se deja que pierdan frescura en la propia vida, incluso se puede llegar a deteriorarse de forma que no quede nada o casi nada de su verdadero espíritu.
Aunque se sepan las cosas, repito, es necesario refrescarlas y poder corregir los desvíos que se hubieran podido producir.
SIEMPRE es bueno la REVISIÓN y la REFLEXIÓN.
La Santa Iglesia celebra cada domingo la RESURRECCIÓN del Señor Jesucristo, después de haber vivido su Pasión y Muerte, que siguió a la Última Cena, en la que instituyó la Eucaristía.
De aquí que para Celebrar la Resurrección del Señor, cada domingo los Católicos nos reunamos a Celebrar la Santa Misa como Encuentro de toda la Comunidad en torno a su Señor, muerto y resucitado para nuestra Salvación.
Tristemente se comprueba cómo siendo la Celebración Eucarística el centro, poco a poco se la ha ido desplazando para que no sólo no sea el centro, sino que quede relegada ante cualquier otro programa que aparezca y que los horarios hagan incompatible la asistencia a la Santa Misa, en cuyo caso se optará desgraciadamente por renunciar a la Misa antes que a otra cosa.
La asistencia a la Sanra Misa es prioritaria para un católico bautizado, de modo que tanto por los Mandamientos de la Ley de Dios como por los de la Santa Madre Iglesia, la no asistencia a la Misa dominical que no sea por causa verdaderamente justificada, será pecado.
Y en la asistencia a la Misa, lo razonable será participar en ella de una forma total, mediante la Comunión, aunque se ha de tener muy en cuenta que la Sagrada Eucaristía se ha de recibir dignamente, esto es, en gracia de Dios.
Para lo que nunca habrá inconveniente, será para frecuentar también el Sacramento de la Reconciliación en la medida de lo necesario.
No se debe olvidar que la Confesión es otra de las fuentes de la gracia, que Dios desea que frecuentemos con regularidad.
El Día del Señor también se le ofrece a la persona para que dedique más tiempo a la oración y al encuentro personal con Dios, ya que un día de descanso.
Aquí os dejo con estas breves reflexiones sobre el Día del Señor, para que veas cómo corregir aquello que se haya desviado, y, sobre todo, puedas dedicar a Dios lo que en sí le corresponde.
Ora con Fe y Confianza a María, nuestra Madre y nuestra Guía, en beneficio de todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI 
Madrid - España 
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