Reflexión 16 de Octubre

Buenos días
Hay una actitud, que al mismo tiempo es una gran virtud, a la que me he referido alguna vez, pero que hoy quiero abordar en primera persona.
Me refiero a SER SINCERO CONSIGO MISMO.
La SINCERIDAD, como he dicho más arriba, es una muy buena virtud, que ofrece a la persona una Libertad de Espíritu grande, al actuar con gran naturalidad, sin fingimiento y con sencillez, apoyándose siempre en la VERDAD.
Vivir en la SINCERIDAD exige, como toda Virtud, un ejercicio grande para mantenerse en la línea que marca la propia virtud, pero para ejercitarse en la SINCERIDAD CONSIGO MISMO, parece que se necesita un mayor cuidado, porque bien sabemos todos que la persona, llena de 'trampas', si sabe mentir, a quien mejor lo hace es a sí misma. Igualmente se puede decir con otras actitudes para las que siempre encuentra justificaciones suficientes, como por ejemplo toda la variedad de egoísmos, críticas, murmuraciones o juicios.
Por todo ello, es necesario ser conscientes que no vale únicamente el proponerse vivir en SINCERIDAD, sino que hay que asegurar que esta SINCERIDAD comience siendo consigo mismo.
Para seguir el Consejo Evangélico: "Sed perfectos, como el Padre Celestial es perfecto" (Mt 5,48), es imprescindible practicar esta Virtud de la SINCERIDAD CONSIGO MISMO.
Te pido ya, como cada día, que reces a María, nuestra Madre y nuestra Guía, aunque solo sean tres avemarías, por las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI 
Madrid - España
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