Reflexión 28 de Febrero

Buenos días.
Culminamos este mes de febrero de 2022 a dos días del comienzo de la Cuaresma, tiempo en el que la Iglesia nos invita a preparar las celebraciones del Triduo Pascual, que culmina con la Celebración solemne de la Resurrección del Señor Jesucristo.
Es cierto que la Cuaresma es muy popular entre los cristianos, pero, quizás, por todo lo que venimos arrastrando de esta sociedad de consumo, ha quedado difuminada de forma que puede que para muchos no tenga toda su razón y su sentido.
Como hemos dicho en otras ocasiones, lo que no se conoce bien, lo que no se comprende acertadamente, es muy difícil realizarlo.
La Cuaresma es un camino de 40 días a imitación de los que estuvo Jesús en el desierto (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13), en el que el cristiano se prepara para las celebraciones centrales y más importantes de la Fe.
Esta preparación es algo tan sencillo como que, abandonando el “hombre viejo” que llevamos por causa del pecado, de los vicios, malquerencias, rencores y odios, nos revistamos del Amor y de la Virtud que nos permita poder compartir con el Señor Jesucristo, su Pasión, Muerte y Resurrección en las Celebraciones del Triduo Pascual, siguiendo con el Tiempo de Pascua en el que ya deberíamos vivirlo como ‘hombres nuevos’ en Cristo Resucitado.
Hoy sólo quiero llamaros a esa preparación interior que siempre es bueno tener en cuenta ante acontecimientos que sabemos van a ocurrir.
En la Cuaresma nos hemos de apoyar en la oración, la penitencia, el ayuno y la limosna, que son los medios que la Iglesia nos indica como los más propicios para hacer este camino de conversión.
Finalmente os indico que el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo estamos obligados a ayunar, así como los viernes de cuaresma a la abstinencia de comer carne. Es muy deseable que estos gestos penitenciales los observemos para llevar a cabo el proceso de conversión que tanto necesitamos.
Seamos, pues, generosos con nosotros mismos y con los demás, observando una Cuaresma que resulte del agrado de nuestro Señor Jesucristo.
Ya solo me queda recordarte que no olvides rezar por todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos congregamos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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