Reflexión 2 de Febrero

Buenos días en la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo.
La Sagrada Liturgia nos trae hoy una de las estampas del Evangelio más entrañables, muy real en su contenido y extraordinariamente elocuente en el desarrollo de lo que ocurrió en el Templo.
María y José acuden con el Niño, al Templo de Jerusalén para cumplir con lo mandado por la Ley de Moisés, sin más pretensión que ser fieles observadores de la Ley, pero allí se encuentran con el anuncio de la realidad que les espera.
En el relato del evangelio de San Lucas, capítulo 2, dice que: “Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.
Continua el evangelio diciendo que: “Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción y a ti misma una espada te traspasará el alma, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”.
En esta segunda parte se le desvela a María cuánto será el sufrimiento que llevará para Ella la vida de Jesús, cuyas consecuencias se concretarán en la Pasión y Muerte del Señor en el Calvario.
El sufrimiento es un aspecto de la vida que acompaña a las personas, que se debe aceptar y asumir con el mejor de los ánimos, para darle su verdadero sentido, porque rechazarle o huir de él ofrece resultados nunca buenos, sobre todo a medio y largo plazo.
Que esta Fiesta nos ayude a comprender el sufrimiento de la vida, que cada uno experimenta según su situación y sus circunstancias.
Reza, con Fe y Esperanza, para que Dios ayude con su Gracia a todos los Hermanos en sus sufrimientos, debilidades y limitaciones. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es