Reflexión 4 de Febrero

Buenos días.
Es bueno recordar que hoy es Primer Viernes de Mes, que nos habla del Sagrado Corazón de Jesús, de su entrega en Amor y Misericordia a los hombres y de su demanda para que caminemos junto a Él expiando y reparando los pecados propios y los de toda la humanidad.
Estamos atravesando una etapa de la historia muy singular, en la que si no recurrimos al Señor Jesús en su Sacratísimo Corazón, puede pasarnos lo que a San Pedro: “…le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: Señor, sálvame. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?” (Mt 14,28-33).
En la cotidianidad de cada día, es necesario avanzar con sencillez, pobreza y humildad, nada más que la que nos ofrece la propia realidad y el entorno en el que se ha de desarrollar toda la historia personal; otras pretensiones que responden al orgullo, a la ambición o a la soberbia, llevan luego a situaciones nada fáciles de gestionar en el espíritu del evangelio.
El viernes es el día penitencial de la semana, mirando precisamente a la Pasión y Muerte del Señor Jesucristo en la Cruz. La Iglesia nos invita a vivirlo en ese espíritu de penitencia, sacrificio y mortificación, pero el ritmo de los días: trabajos, preocupaciones, presiones…, hacen perder la conciencia de que se está en viernes y hay que poner atención para ofrecer y ofrecerse al Señor en expiación y reparación de los pecados.
Es verdad que cada día ya lleva consigo momentos y situaciones que invitan a la renuncia y al sacrificio, pero se ha de tener cuidado para que la abnegación que se pueda propiciar no tenga testigos para aplaudirla, pues perdería todo su valor.
Caminemos por los caminos ciertos que nos enseña el evangelio, y ahora, reza ya al Corazón Santísimo de Jesús por las necesidades de todos los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en su Madre Santísima, María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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