Reflexión 24 de Febrero

Buenos días.
El pasado día 18 veíamos el segundo artículo de la Fe que profesamos: ‘Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor’, y ya dijimos que habría que profundizar un poco más.
El nuestro Bautismo, cada uno hizo lo que se denominan como ‘las promesas bautismales’, que como bien recordaréis, pues es una promesa que se debe mantener muy viva y fresca, dice: “Renuncio a Satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras y PROMETO SEGUIR SIEMPRE Y FIELMENTE A JESUCRISTO.
Lo pongo con mayúsculas para llamar la atención de algo que es medular en la vida de cualquier cristiano; el diccionario de la RAE en una sus definiciones de ‘medular’ dice: “Sustancia principal de una cosa no material”, pues el espíritu cristiano se proyectará en lo humano y material, pero corresponde a la intimidad de la persona y solo desde allí se podrá vivir o no en el agrado del Señor Jesucristo.
Pues bien, no debo olvidar nunca que ese día que por el Bautismo recibí el ser 'hijo de Dios Padre por adopción' en su Hijo Jesucristo, yo hice promesa firme y solemne de ‘seguir siempre y fielmente a Jesucristo’, y de esta promesa, sin duda, tendré que responder ante Dios y, como se dice, ante la historia.
Esta es una parte sustancial de este segundo artículo de la Fe, que lo dejo ahí para la reflexión personal, y como digo otras veces, para rectificar, en su caso, los propios sentimientos y comportamientos, pues bien se sabe que no parece que se cuide mucho la pureza de corazón y la rectitud de intención. A quien quiera la ayuda del Señor Jesucristo, ahí tiene el evangelio de San Mateo, capítulo 15 versículos 15 al 20.
Y ya te pido que reces hoy al Señor Jesús en su presencia eucarística, por todas las necesidades de los Hermanos que volvemos a encontrarnos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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