Reflexión 14 de Febrero

Buenos días.
Vamos a continuar con el Cuarto Mandamiento de la Ley de Dios: “Honrar Padre y Madre”.
Habíamos visto el Amor y la Reverencia que se debe a los padres; ahora veremos la Obediencia, porque los padres han recibido del Señor su misma divina autoridad sobre los hijos, siendo sus legítimos y más inmediatos y naturales superiores.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su núm. 2217: “Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que éstos dispongan para su bien o el de la familia... La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre”.
Tan importante es la obediencia, que uno de los mayores expertos de la historia en asuntos de la juventud, afirmó sin ambages: “Dadme un joven obediente y llegará a santo. El que no es obediente no tiene ninguna virtud’ (San Juan Bosco).
El mismo San Juan Bosco describe en qué consiste esta obediencia de los jóvenes a los padres: “Cuando os manden alguna cosa, hacedla prontamente, sin mostraros remolones. Evitad comportaros como los que, protestando, levantan los hombros, menean la cabeza y, lo que es peor, contestan con insolencia. Estos hacen una injuria grande a sus padres y al mismo Dios, que por medio de ellos manifiesta su voluntad. Nuestro Salvador, a pesar de ser todopoderoso, para enseñarnos a obedecer se sometió en todo a la Santísima Virgen y a San José, ejerciendo el humilde oficio de artesano, para después obedecer a su Padre celestial, ofreciéndose a morir entre tormentos en la cruz”
Además de los padres debemos también honrar a los mayores en edad, dignidad y autoridad; son superiores por razón de la edad: abuelos, tíos y hermanos mayores e incluso los ancianos en general.
Lo son también por razón de dignidad, espe­cialmente los sacerdotes, así como los profesores o educadores, y por autoridad lo son los que legítimamente gobiernan, tanto en el orden espiritual como social: El Papa, los obispos, párrocos, superiores, director espiritual..., los reyes, magistrados, empresarios, etc.
Nos quedan un par de apartados más que los concluiremos el próximo día, mientras buscamos la luz para que el propio corazón pueda estar acorde con la Revelación de Dios y la Doctrina de la Santa Iglesia Católica.
Y ahora nos queda rezar, aunque solo sean tres avemarías a la Santísima Virgen María, para que alcance todas las gracias que necesitan los Hermanos en sus necesidades, tanto materiales como espirituales. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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