Reflexión 6 de Noviembre

Buenos días en el primer viernes de mes, de este mes de noviembre.
Día penitencial dedicado a DESAGRAVIAR el Divino Corazón de Jesús, así como EXPIAR por todos los pecados, propios y de todos los hombres.
Hoy os ofrezco, de la mano de Santa Teresa de Jesús, la fuerza del AMOR que la lleva a decir estos preciosos versos:
“Vivo sin vivir en mí, y, tan alta vida espero, que muero porque no muero.
Vivo yo fuera de mí, después que muero de amor, porque vivo en el Señor, que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di, puso en él este letrero: "Que muero porque no muero".
Esta divina prisión del amor en que yo vivo ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón.
Y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!, ¡Qué duros estos destierros!, ¡Esta cárcel, estos hierros, en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte; vida, no me seas molesta; mira que sólo te resta, para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte, venga el morir muy ligero, que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba, que es la vida verdadera, hasta que esta vida muera, no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva; viva muriendo primero, que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios que vive en mí, si no es perderte a ti, para mejor a él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle, pues a él sólo es al que quiero: Que muero porque no muero”.
Por aquí podemos entender lo de AMAR MI MUERTE, que no es en nada contrario a seguir el camino de la vida terrenal con toda responsabilidad, pues bien conocemos que Santa Teresa de Jesús vivió hasta los días últimos de su vida el afán por las cosas que tenía que hacer, también materiales como era conseguir lo necesario para poder hacer cada una de las Fundaciones del Carmelo Descalzo.
Reza ya también hoy por todas las necesidades materiales y espirituales de cada uno de los Hermanos, que nos reunimos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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