Reflexión 20 de Noviembre

Buenos días.
En Vísperas de celebrar la Solemnidad de JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, último domingo del Año Litúrgico, sería muy importante reflexionar sobre la figura del Señor Jesucristo en el mundo, en nuestro mundo, así como en cada uno de nosotros mismos.
Jesucristo es el centro de la Historia, el centro de la Iglesia y, por supuesto, es el centro de todos los que han sido Bautizados en su Nombre.
San Pablo nos enseña que “Él es imagen del Dios invisible, PRIMOGÉNITO de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”. (Col 1,15-20).
Son palabras más que elocuentes de quién es Cristo y lo que representa para cada uno de nosotros: “es la cabeza del cuerpo: de la Iglesia”, por lo tanto es nuestra ‘cabeza’, quien da sentido, luz y fortaleza a nuestras vidas.
Cuando verdaderamente el Señor Jesucristo es quien marca la historia personal que vamos haciendo día a día, todo resultará más sencillo y más acertado, aunque al seguir sus huellas haya que participar de sus sufrimientos, de su Cruz en definitiva.
Muchas veces me he preguntado sobre la realidad de los cristianos que intentan VIVIR según las enseñanzas de Jesús, que tienen que ir sorteando y sufriendo muchas dificultades, contratiempos que la misma vida pone ante sí, incluso sufrir la persecución por su Nombre, pero ¿es que las personas que no creen en Jesucristo e incluso lo rechazan, no sufren igualmente, aunque tengan apariencia de disfrutar de muchas cosas materiales?
Cuando el Señor Jesucristo es el CENTRO de nuestra vida, es más fácil que pueda llegar a serlo de ‘nuestro mundo’, en el que vivimos y nos movemos.
No es difícil comprender que cuando se elimina Jesucristo de la vida personal, se le está apartando del mundo que nos rodea; sólo habría que pararse a pensar un poco en la historia de los Pueblos, para darse cuenta cómo han cambiado cuando tenían a Jesucristo en su centro a cuando lo han apartado e incluso ignorado o hasta eliminado.
Esta Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo es una gran oportunidad para la REFLEXIÓN personal, familiar y comunitaria, pues viviendo bajo el duro peso de la PANDEMIA podemos darnos más cuenta de lo que supone haber dejado en la cuneta del camino a Cristo, pues ¿cómo sino que no han habido verdaderos movimientos de FE para ponerlo en el centro, gritándole y suplicándole que nos libere, que nos cure?
Hagámonos hoy una sola pregunta a la luz del texto de San Pablo a los Colosenses, con sinceridad, honestidad y transparencia: Cristo el Señor, ¿es el CENTRO de mi vida, el que marca e ilumina todos mis caminos?
A Él, en su Divino Corazón, te pido que reces hoy viernes por todas las intenciones y necesidades de los Hermanos, aunque sólo sea ofreciendo por ellos la Profesión de FE (Credo). AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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