Reflexión 11 de Noviembre

Buenos días.
¿Y qué decir de la salud social?
También en ella algo tendremos que ver todas las personas, pues aunque parezca que una sola es como un grano de arena en la inmensidad del mar, tiene su importancia.
Conocemos un refrán castellano que dice: ‘grano no hace granero, pero ayuda al compañero’, pues aquí ocurre algo similar, la salud moral y espiritual de una persona puede parecer que poco o nada va a influir en el conjunto de la sociedad, lo que no es cierto porque ‘ayuda al compañero’, para bien o para mal.
No vamos hacer ahora un análisis de la SALUD SOCIAL en nuestros días, lo que sería excesivamente amplio por la cantidad de hechos y realidades existentes con una multiplicidad de matices, pero en cambio, sí puede cada uno reflexionar seriamente sobre cómo está realmente la salud, repito: moral y espiritual de nuestra sociedad.
Si se toman unos cuantos minutos para ir repasando a la LUZ de los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Doctrina de la Iglesia Católica, lo que uno conoce de primera mano en el estado y comportamientos de los que le rodean, incluyendo lógicamente también su propio ‘historial’, se puede llegar fácilmente a ver cómo están las cosas.
Entonces, si pensamos que hay una gran necesidad de volvernos a Dios, de hacer camino de CONVERSIÓN, hay razones más que objetivas para que ello sea así y urgentemente necesario.
La vida de pecado de nuestra sociedad es muy grande, asomémonos por ejemplo a las leyes que amparan, a lo largo y ancho del mundo, el aborto, así como el número que de ellos se realizan anualmente.
Este puede ser un botón de muestra, al que se pueden agregar toda clase de permisividades en los más diferentes órdenes de la vida, que nos han llevado a esa actitud muy generalizada del relativismo, anestesiando las conciencias que han terminado aceptando todo o casi todo como algo ‘normal’, cuando en muchos casos no puede admitirse así.
Todo cuerpo enfermo que no se le cura, que no se recupera, vivirá muy maltrechamente hasta que llegue, de una u otra forma, la muerte a la que lleva el pecado, una muerte que tiene el sello de las tinieblas.
Por estos caminos nunca se podrá conseguir el ‘bien morir’, y las consecuencias serán muy deplorables y para siempre.
Vamos a seguir trabajando con la mayor ilusión que seamos capaces, para llevar la vida propia por los caminos necesarios de la CONVERSIÓN, y ayudemos a los demás a que también abran los ojos y se den cuenta en dónde estamos y hacia dónde caminamos.
Hoy también los Hermanos necesitan tu oración, sencilla y humilde, al Señor Jesucristo para que venga con su gracia en favor de todas sus necesidades físicas, materiales y espirituales. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es