Reflexión 25 de Noviembre

Buenos días.
En el deseo de vivir en la Gracia de Dios, que procure conseguir el objetivo de estar en disposición de ‘bien morir’ en el momento que se deba hacer el ‘transito', consideremos hoy el otro grupo de las Pasiones que las hemos denominado como las ‘pasiones de la carne’.
Estas pasiones, en las que podemos englobar principalmente las derivadas de los pecados capitales, como son la GULA, la AVARICIA, la LUJURIA, y en algunos casos puede haber derivadas de la PEREZA, crean en la persona, por un lado ‘dependencia’ y por otro, pueden llegar a obnubilar la mente de tal manera que la persona no mantiene el dominio necesario para el buen gobierno de su propia vida, lo que le llevará a cometer errores serios con consecuencias de diferente orden.
Con sólo pararse a reflexionar un poco sobre el entorno que nos rodea, se puede apreciar cómo la causa de muchos de los fracasos personales que se dan en nuestra sociedad, vienen por estos caminos de las pasiones, y más en concreto de las ‘pasiones de la carne’.
La permisividad que la misma sociedad ha ido admitiendo progresivamente a lo largo de las últimas décadas, y que las personas se han prestado a colaborar para que se instalara de una forma tan natural como que se acepta sin gran esfuerzo, ha sido y es la principal causa de esos ‘fracasos personales’, que van acompañados de tanto sufrimiento y que en la mayoría de los casos es muy difícil que tengan retorno o algún tipo de solución.
El tema es tan amplio como son las vidas de cada persona que se vea envuelta en este tipo de pasiones, por lo que no hay otra solución que acudir a la Gracia de Dios por el sacramento de la Confesión, y perseverar con humildad y pobreza en el combate espiritual que se deriva.
Y en esta línea, las personas que no hubieran llegado a los límites apuntados, deberán VIGILAR mucho para no sucumbir a los encantos del mundo, a través de los que hostiga el demonio, el padre de la mentira, para encadenar a las almas.
Pero lo más importante es escuchar al Señor Jesucristo en su Divina Misericordia que dice: “Cuando te acerques a la Confesión, sumérgete en mi Misericordia con gran confianza. Si tu confianza es grande mi generosidad no tendrá límites” (Diario de Santa Faustina).
Pues no queda más que invitar a poner ORDEN en la propia vida y ayudar a los otros a que hagan lo mismo, enseñándoles con generosidad todo lo que uno mismo va aprendiendo en el camino de la CONVERSIÓN.
Pero también hoy necesitamos que reces al Señor de la Misericordia en favor de todas las intenciones y necesidades de los Hermanos, que aquí nos reúne María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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