Reflexión 3 de Noviembre

Buenos días.
En el contexto de este Mes de los Difuntos, podríamos intentar hacer algo que generalmente cuesta mucho trabajo; me refiero a hacer el esfuerzo de pensar en el propio tránsito, que antes o después debe hacer cada persona.
Pero conviene pensar que este ‘tránsito’ no sólo lo han de hacer los otros, sino que el más importante de todos ellos es el propio, el que YO, en primera persona, he de hacer.
Esto implica plantearse para sí mismo el “prepararse para bien morir”, algo tan realista como sencillo, pues, en definitiva, de lo que se trata es que llegado ese momento, que solamente Dios Padre Todopoderoso, Señor de la Vida y de la Historia, conoce, se pueda estar en las condiciones más óptimas de afrontarlo, no solo en lo existencial, en lo psicológico, incluso en lo físico, sino que se esté en la plenitud de la ‘buena conciencia’, que permita comparecer ante Dios en el Juicio Particular para merecer entrar en su Gloria Eterna.
Prepararse para ‘bien morir’ creo que es una necesidad y es un deber.
Es una necesidad, porque se trata de superar el primer paso de los Novísimos, la muerte, conforme se espera de un buen cristiano en todos los sentidos.
Es un deber, porque necesita superar con éxito el segundo paso de los Novísimos, el juicio particular, para poder ser acogido por la Misericordia Divina para toda la eternidad.
Aquí lo dejo por hoy, para que cada uno pueda reflexionar serenamente de lo que es una de las verdades más rotundas que pueda haber en la vida de las personas, mientras van avanzando en esta tierra hacia su ‘tránsito’ inexorable.
Y como cada día, te pido que reces con Fe y Esperanza en favor de todas las necesidades de los Hermanos, aunque solamente fuera un padrenuestro a Dios nuestro Padre. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es