Reflexión 27 de Diciembre

Buenos días
Como meses anteriores la Virgen María Reina de la Paz dio su mensaje, que os transcribo y comento.
“Queridos hijos: hoy os traigo a mi Hijo Jesús para que vosotros seáis Su paz y el reflejo de la serenidad y del gozo del cielo.
Orad, hijos míos, para que estéis abiertos a recibir la paz, porque muchos corazones están cerrados a la llamada de la luz que cambia los corazones.
Estoy con vosotros y oro por vosotros para que os abráis a recibir al Rey de la Paz, que colma vuestros corazones de calor y bendición.
Gracias por haber respondido a mi llamada”.
Comienza la Virgen diciéndonos que nos trae a su Hijo, ‘para que vosotros seáis Su paz y el reflejo de la serenidad y del gozo del cielo’. Qué importante es ser, con la Paz de Cristo, reflejo de la serenidad y del gozo del Cielo.
La serenidad es una cualidad del ser humano que mantiene a la persona en un estado apacible, sosegado, sin ningún tipo de turbación, bien sea moral o física, lo cual ayuda a ser reflejo de lo que es el Cielo, tal como la Virgen lo indica.
La Virgen también insiste en pedirnos que oremos para estar abiertos a recibir la Paz, algo extraordinariamente importante porque sin la Paz de Dios es imposible la Luz del Espíritu, que es el que nos llama a ‘cambiar los corazones’, esto es la Conversión de vida. Ella advierte: ‘porque muchos corazones están cerrados a la llamada de la luz que cambia los corazones’.
En el cuidado maternal de la Virgen María, dice que está con nosotros: ‘y oro por vosotros para que os abráis a recibir al Rey de la Paz, que colma vuestros corazones de calor y bendición’.
Para concluir con ese gesto de gratitud que repite cada mes: ‘Gracias por haber respondido a mi llamada’.
Pues aquí os dejo para que meditéis y oréis, pues en definitiva hemos de saber priorizar en nuestras vidas lo que verdaderamente tiene valor de eternidad.
Orad, por favor, en beneficio de todas las necesidades de los Hermanos que aquí no volvemos a encontrar en la Sagrada Familia, en esta Octava de la Natividad del Señor. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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