Reflexión 15 de Diciembre

Buenos días.
Con frecuencia se habla de ‘hacer la voluntad de Dios’ o de aceptar tal o cual cosa porque es ‘la voluntad de Dios’, ya que es cierto que a imagen del Señor Jesucristo, lo más importante es hacer la voluntad de Dios: “Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado” (Jn 6,38).
Pero se debe tener en cuenta que no únicamente se ha de estar presto para hacer la voluntad de Dios en tal o en cual momento, en tal o en cual circunstancia, sino que se ha de aceptar la misma voluntad de Dios cunado se manifiesta en momentos difíciles e incluso se alarga en el tiempo, para lo que se precisa no solo ‘aceptar’, sino dar un paso más hasta ‘tener conformidad’ con esa voluntad de Dios.
Se ha de entender bien la diferencia entre ‘aceptar’ y ‘tener conformidad’, pues si la primera es recibir voluntariamente, asumir sin oposición la realidad que se presenta, en la conformidad se encuentra la persona en una adhesión íntima y total con lo que se le muestra como voluntad de Dios, sin entrar en si es más o menos, poco o mucho lo que se exige.
Esto es lo que hizo la Santísima Virgen María cuando escuchó el Anuncio del Ángel y dio su conformidad con el Fiat: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38); dio su conformidad para toda su vida. No fue aceptar la voluntad de Dios para el momento puntual, sino conformarse ella misma, su existencia, a esa voluntad de Dios que marcaría toda su vida y todas las situaciones que se sucederían.
Es esta una cuestión francamente muy interesante que bien merece reflexionarla, pues la racanería humana es aceptar según y cómo y cuándo…, y para nada acomodar la propia vida a las exigencias del Amor de Dios, lo que cambia mucho la forma de vivir.
Con fe y esperanza reza hoy al Señor Jesucristo presente en la Santa Eucaristía, por todas las necesidades de los Hermanos. Pero, hazlo, por favor, pues en ello estarán también tus necesidades al amparo de la Gracia por la oración que hagan también el resto de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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