Reflexión 8 de Septiembre

Buenos días en la Fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María.
Día festivo y muy festivo para los discípulos del Señor Jesucristo, porque celebramos la Fiesta de la Natividad nuestra Santísima Madre.
Así nos la entregó clavado en la Cruz, y así nos confió a Ella en el mismo lugar y hora.
El pueblo de España vibra hoy en torno a la Santísima Virgen María, pues en una inmensidad de pueblos y ciudades se la celebra en numerosas advocaciones con las que se la venera y se la ama.
Es un día muy gozoso que nos llama a ver cómo se encuentra en su Inmaculado Corazón, que ciertamente sufre y sufre, como tantas veces Ella misma ha dicho, por los pecados de la humanidad que van desbordando toda previsión que se pudiera haber hecho en tiempos pasados.
El mejor regalo que se la puede hacer hoy son ‘actos de desagravio’; cada uno según mejor entienda o pueda, pues ciertamente la sociedad contemporánea no parece tener límites en la permisividad y acciones contra la santa Ley de Dios. Es lástima que se esté llegando, o se haya llegado ya, a un punto en el que parece que a nadie extraña que se acepten actitudes y comportamientos verdaderamente contrarios a todo principio de respeto de la dignidad de la persona, de la vida y, por consecuencia, de la moral cristiana sobre la que se asienta nuestra civilización.
Ofrezcamos hoy a María, nuestra Madre y nuestra Guía, lo mejor que cada uno pueda, en oración, en obras y en sentimientos, mientras contemplamos su Nacimiento en la mayor de las purezas al haber sido concebida sin pecado original, esto es, su concepción inmaculada.
Y al rezarla, no olvides de pedirla en favor de sus hijos que aquí nos encontramos cada día. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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