Reflexión 19 de Septiembre

Buenos días.
Desde hace ya varios años venimos recibiendo una serie de mensajes, que no dejan de ser presiones por unas situaciones anómalas que parece que se han instalado en nuestra sociedad.
Comenzamos con la pandemia y no han acabado estas presiones que ahora nos hablan de la emergencia energética, la guerra, el cambio climático… y lo que se quiera agregar.
Y las personas, en un estado entre estoico, temeroso e incierto, asisten a toda esta presión social, unida a la no menos emergencia económica, co la que igualmente se está amenazando, cuando no ya sintiéndose como verdadero problema en muchos hogares.
Ante todo este panorama, que los medios de comunicación, también según a conveniencia, no dejan de insistir,  ¿dónde está Dios?
No sé, lógicamente, cuál es tu respuesta, pero no parece que esté en medio de todo este desvarío que vive nuestra sociedad, y lo peor que también parece no esperársele; me refiero que no parece que se le eche de menos en todo el despropósito social y moral en el que estamos inmersos.
Durante la pandemia insistimos en la necesidad de hacer camino de conversión, que sigue ahora siendo más que necesario, porque como las personas no seamos capaces de volvernos a Dios por una sincera conversión, todos los males que nos están anunciando se quedarán pequeños ante el juicio de Dios que terminará siendo severísimo.
Sé que se me dirá que soy muy exagerado, pero creo que cualquier persona que se pare a observar el entorno y a pensar con sensatez, se dará cuenta de que o conseguimos que la Gracia de Dios actúe y rápido, o por el contrario…, como dice el dicho popular: ‘que Dios nos coja confesados’.
Merece la pena reaccionar, volverse a Dios y confiar en su infinito AMOR e infinita Misericordia, porque de lo contrario su otro atributo cual es la justicia divina nos pedirá cuentas.
Ahora, con Fe y Esperanza, te pido que reces, también con pobreza y humildad, al buen Padre Dios en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos volvemos a encontrar en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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