Reflexión 12 de Septiembre

Buenos días en la Fiesta del Dulce Nombre de María.
Dice el evangelio de San Lucas: “El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María” (Lc 1,26-27).
El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.
Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en el año 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España.
El Papa Inocencio XI decretó, el 25 de noviembre del año 1683, que toda la Iglesia celebrara solemnemente la fiesta de este nombre excelso, como acción de gracias, pues invocándolo se había alcanzado, por el levantamiento del sitio a Viena, la completa victoria sobre los turcos por las fuerzas de Juan III Sobieski, rey de Polonia.
Esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513, aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que se puede decir es que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María.
En diferentes ciudades y pueblos de España se celebra esta Fiesta del Dulce Nombre de María con diferentes advocaciones de la Virgen, que sería muy extenso enumerar.
Estamos en un nuevo día con la Santísima Virgen María, en su Dulce Nombre, como faro luminoso para nuestra vida cristiana que debemos mantener en el centro de la propia vida, para que ilumine todos los pasos que se deban andar.
No quiero acabar sin recordar que el simple nombre de MARÍA, pronunciado con firmeza y gran confianza, pone en fuga al mismo Satanás, pues aparte de odiar a la Santísima Virgen, huye cuando se la hace presente en la propia vida con la simple invocación de ‘María, María, María’, que es la llamada formal de ayuda a la que es nuestra Madre y Guía.
Hoy te pido que con tu oración acudas a Ella en favor de todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos volvemos a encontrar como cada día. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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