Reflexión 21 de Septiembre

Buenos días.
Hoy en la Fiesta de San Mateo, y para seguir el espíritu de la Iglesia que dedica este mes a la escucha de la Palabra de Dios, abrí al azar el evangelio de San Mateo y me salió esta Palabra: “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,43-48).
Poco comentario se puede hacer cuando la Palabra es tan clara y tan concreta, únicamente cabe hacerse unas pocas preguntas:
¿Amo a mis enemigos? La palabra enemigo es muy amplia, pues están los que yo hago enemigos míos y los que se hacen ellos enemigos míos, pero como quiera que sea serán enemigos a los que debo amar, y aquí está la pregunta.
¿Rezo por lo que me persiguen? O sea, me contradicen, me difaman, me critican, me calumnian…
Ser hijos de Dios nos lo procuró el Bautismo, pero vivir como tal tiene estas exigencias anteriores, pues el Señor agrega: “para que seáis hijos de vuestro Padre celestial”.
Y llegamos a la gran conclusión de este capítulo 5 de San Mateo, que hemos referido ya en muchas ocasiones: “Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”; esto es: ser santos, que con tanta frecuencia se olvida porque es un camino de dirección única, que decíamos ayer, y cuesta, cuesta mucho, pero es la mejor inversión del tiempo de la propia vida que podemos hacer, trabajar por la propia vida en perfección.
Hoy te pido que reces a San Mateo, que supo dejarlo todo a una simple palabra de Jesús: “sígueme”, para que él interceda ante el Señor Jesucristo en favor de todas las necesidades e intenciones de los Hermanos que aquí estamos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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