Reflexión 9 de Diciembre

Buenos días en el Miércoles de la II Semana de Adviento.
Seguimos avanzando por los caminos del Adviento, y lo hacemos de la mano de la Palabra de Dios que nos ofrece la Santa Madre Iglesia, junto con la Oración que la misma Iglesia nos ofrece cada día, para elevarla todos unidos al Cielo. 
Esta Oración dice: “Señor, Dios todopoderoso, que nos mandas ABRIR CAMINO A CRISTO, el Señor, NO PERMITAS QUE DESFALLEZCAMOS en nuestra debilidad, los que esperamos la llegada saludable del que viene a SANARNOS de todos nuestros males. Por nuestro Señor Jesucristo”.
Y en la perícopa del Santo Evangelio que se proclama hoy en la Santa Misa, nos dice el Señor: “VENID A MÍ todos los que estáis cansados y agobiados, Y YO OS ALIVIARÉ. Tomad mi yugo sobre vosotros y APRENDED DE MÍ, QUE SOY MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).
En la Oración le pedimos a nuestro Padre Dios la gracia de no DESFALLECER en nuestra debilidad, pues es algo muy importante para nuestras vidas cuando las dificultades, los problemas, las carencias, y cuántas cosas más que van aconteciendo en la vida, nos empujan tantas veces al desánimo, al desaliento o la desesperanza.
Pero al mismo tiempo, ahí encontramos al Señor Jesucristo, al que ESPERAMOS en su Parusía, que nos acoge con tanto Amor y Misericordia diciéndonos a cada uno en particular: “Ven a Mí si estás cansado y agobiado, porque Yo te aliviaré”, para agregar enseguida: “Aprende de Mí que soy manso y humilde corazón”.
Muchas veces nos quejamos de las situaciones sin caer en la cuenta que para un cristiano eso no está bien, pues el Señor Jesús se nos ha dado, nos muestra su ardiente Corazón que quiere acogernos, pero que no puede si nosotros no damos el paso.
Cuando tú ofreces tu mano al hermano o amigo necesitado y él la rechaza, ¿Qué puedes hacer tú? ¿Cómo te quedas? Pues piensa que quizás tú mismo lo has hecho o lo haces igual con el Señor Jesucristo, que vino para redimirte y salvarte, y que ha de volver en su segunda venida, la Parusía, para juzgar a los vivos y a los muertos.
Con ilusión y mucha confianza, reza hoy, por favor, por todas las necesidades de los Hermanos a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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