Reflexión 6 de Diciembre

06.12.2020
Buenos días en el Día del Señor, Domingo II del Tiempo de Adviento.
Hoy volvemos a fijarnos en la oración central con la que la Santa Iglesia se dirigirá al Padre Dios, tanto en la Celebración de la Santa Misa como en el rezo de las Horas de su Liturgia.
Oraremos todos así: “Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando SALIMOS ANIMOSOS al encuentro de tu Hijo, NO PERMITAS QUE LO IMPIDAN LOS AFANES DE ESTE MUNDO; guíanos hasta él con SABIDURÍA DIVINA para que podamos participar plenamente de su vida. Por nuestro Señor Jesucristo”.
‘No permitas que lo impidan los afanes de este mundo’. He aquí uno de los mayores enemigos que tiene la persona, máxime en nuestra sociedad en la que se incita a poseer más y más cosas, teniendo que hacer grandes esfuerzos por conseguir los medios materiales para alcanzarlas.
Igualmente, en esos ‘afanes de este mundo’ hay tantas otras circunstancias que hablan de rivalidades, de egoísmos, de envidias, de… ¡qué sé yo, cuántas situaciones nada limpias ni transparentes!
Lo importante también en esta oración, es que se le pide a Dios Padre que nos ‘guíe hasta el encuentro con el Señor con SABIDURÍA DIVINA’, el Don del Espíritu Santo que nos da la comprensión de todo lo que es el plan de Dios para cada una de nuestras vidas, pudiendo así trabajar con lo mejor de sí mismos para VIVIR en el agrado de Dios.
Hagamos cada uno, con plena conciencia y unidos a toda la Iglesia, esta Oración que hoy se nos ofrece para asegurar y afianzar nuestro camino seguro por la senda del Adviento, cara a la Parusía del Señor.
¡Ven, Señor Jesús!
Y también hoy, reza, con Fe y Esperanza, al mismo Padre Dios, aunque sólo sea un Padrenuestro, por todas las necesidades de los Hermanos que nos reunimos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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