Reflexión 4 de Diciembre

Buenos días.
En este Primer Viernes del mes de Diciembre, Viernes igualmente de la Primera Semana del Tiempo de Adviento, la Iglesia reza con esta Oración: “Despierta tu poder y ven, Señor; que tu brazo liberador NOS SALVE DE LOS PELIGROS QUE NOS AMENAZAN a causa de nuestros pecados. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos”.
Es una oración muy sugerente por lo que se le pide al Señor Jesucristo, y también por los momentos en los que se le está pidiendo, dentro del marco de Adviento en el que estamos abiertos a la PARUISÍA, la llegada del Señor en Poder y Gloria, ‘para juzgar a vivos y muertos’.
Sólo el Señor nos puede LIBERAR de todo lo que somete al hombre por causa del pecado, que se manifiesta en la MALDAD DE LOS CORAZONES.
Es esta cuestión de la ‘maldad del corazón’, algo que a nivel personal hemos de cuidar y vigilar con frecuencia, pues a ella nos vemos abocados, no solo por la inclinación al pecado, causa del pecado original, sino también por las continuas tentaciones y seducciones del maligno.
Es cierto que la BONDAD es una característica natural que hay en la persona humana, pero, ciertamente el pecado, en sus muy variadas y diversas manifestaciones, puede llegar a anularla o al menos difuminarla imponiendo la MALDAD,  también en sus más diversas formas.
Todo esto teniendo en cuenta lo que afecta a la persona, que influye también lógicamente a la colectividad, bien sea directa o indirectamente; sin olvidar lo que es el pecado social y colectivo, sea del tipo que sea, y la MALDAD que éste desarrolla en los órdenes a los que afecte de forma directa.
De aquí que esta oración, que toda la Iglesia Santa y Católica reza hoy, es un auténtico grito al Señor Jesucristo para que NOS SALVE DE LOS PELIGROS QUE NOS AMENAZAN.
Te INVITO a rezarla, por supuesto, pero también a meditarla y encontrar en ella la Luz, la Fortaleza y la Esperanza, para seguir con alegría y firmeza el camino hacia el ENCUENTRO con el Señor.
Las necesidades, materiales y espirituales de los Hermanos, necesitan que hoy reces, al menos un Padrenuestro, a Dios nuestro Padre por esta intención. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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