Reflexión 2 de Diciembre

Buenos días.
Este Martes de la Primera Semana de Adviento, la Iglesia, tú y yo miembros de esta Santa Iglesia, reza así: “Señor y Dios nuestro, PREPARA NUESTROS CORAZONES con la fuerza de tu Espíritu, para que CUANDO LLEGUE JESUCRISTO, tu Hijo, NOS ENCUENTRE DIGNOS de sentarnos a su mesa y él mismo nos sirva en el festín eterno. Por nuestro Señor Jesucristo”.
Como veis, es una oración hermosa y con un alto contenido real en nuestra FE Católica, pues si estamos ESPERANDO al Señor en su Parusía, es lógico pedir la GRACIA a Dios nuestro Padre para que podamos estar en su agrado.
Nuestra FE tiene que abrirse camino en medio de un mundo mercantilista y materialista, que no quiere entender de lo que no ve y palpa, pues incluso en cuestiones de este mundo y de su actualidad, a veces le cuesta entender y aceptar cosas muy serias que le afectan de una u otra forma.
En la vida cristiana siempre se ha de tener muy viva y presente la relación trinitaria, esto es, la relación personal con cada una de la Personas de la Santísima Trinidad: con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, por lo que tiene un gran sentido que se pida al Padre la fuerza del Espíritu Santo para poder estar, primero en VELA, y llegado el momento completamente en la dignidad precisa y necesaria, merecedores de poder sentarnos en la mesa del Señor para recibir su agasajo ‘en el festín eterno’.
Son momentos históricos que estamos viviendo, que los podemos calificar fuertes, duros, en los que no se puede estar ‘arrastrados’ por nada ni nadie, sino que hay que saber salvaguardar la propia Fe, con la firmeza de la Esperanza y la fuerza que tiene la Caridad.
Oremos, palabra a palabra, frase a frase, con la Santa Madre Iglesia y avancemos con paso firme por esta senda del ADVIENTO, dejándonos iluminar también por la Palabra de Dios que enseña, fortalece y vivifica.
Pero hoy también te pido que reces, con mucha ilusión y fuerza, al Señor Jesús que esperamos, por todas las necesidades de los Hermanos, sean del tipo que sean, que nos encontramos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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