Reflexión 17 de Diciembre

Buenos días.
La Iglesia ya vuelve los ojos a la Natividad del Señor y dedica estos días a preparar a sus hijos para la CELEBRACIÓN DEL NACIMIENTO DE JESÚS.
Toda la Liturgia se orienta ya a profundizar en la Primera Venida del Señor, como vemos en el Himno de las Vísperas de este día.
“Alegría de nieve por los caminos. Todo espera la gracia del Bien Nacido.
En desgracia los hombres, dura la tierra. Cuanta más nieve cae, más cielo cerca.
La tierra tan dormida ya se despierta. Y hasta el hombre más muerto se despereza.
Ya los montes se allanan y las colinas, y el corazón del hombre vuelve a la vida”.
Durante estos días también son muy sugestivas las antífonas del Magníficat de la Hora de Vísperas, la de hoy, por ejemplo, dice: “Oh SABIDURÍA, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, VEN Y MUÉSTRANOS EL CAMINO DE LA SALVACIÓN”.
Son textos que nos pueden ayudar mucho a preparar el corazón para recibir al Salvador, pero también para que desde la propia meditación, podamos tener sentimientos y palabras para ayudar a los otros a que también se abran al Nacimiento del Niño Dios, con la mejor actitud de dar a los demás lo mejor de sí mismos.
Todos somos conscientes que estamos ante las Fiestas de la Natividad del Señor más complicadas que quizás hayamos conocido, por causa de la pandemia, lo cual nos ha de fortalecer para buscar el mejor sentido de lo que vamos a Celebrar.
Y sobre todo, como decimos con frecuencia, ayudar a los otros a que vivan esta Navidades atípicas con el mejor sentido religioso, de forma que nos presentemos ante el Niño Jesús con un corazón sencillo, humilde y dolorido, por todos los pecados que impiden a este mundo VER la LUZ de la ESTRELLA DE BELÉN, donde se encontrará la verdadera y única LUZ DE LA VIDA.
Hagamos el camino de estos días finales del Adviento, de la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía, y rézale hoy a Ella para que venga en ayuda de las necesidades, materiales y espirituales de todos los Hermanos que nos encontramos aquí cada día. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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