Reflexión 22 de Septiembre

Buenos días.
Culminada la estación meteorológica del verano, comenzamos hoy el otoño, tiempo que nos llevará al invierno, la estación quizás más dura del año por el frío y por sus días limitados de luz solar, que no acompañan precisamente al estímulo necesario para la vida optimista y alegre.
Pero quedémonos en el OTOÑO que es a lo que la vida nos ha dado entrada hoy.
Este tiempo nos lleva a ver cómo declina la vida de la luz y del buen tiempo hacia los rigores invernales, cosa que se comprueba en la propia naturaleza, en sus campos y en sus vegetaciones.
Mirando a la vida humana podremos darnos cuenta en que a lo largo de la misma hay una ‘primavera’, que se abre al ‘verano’, dando luego comienzo al ‘otoño’, en el que declina la plenitud que se ha vivido, para avanzar, más o menos lentamente, hacia la vejez.
Sobre esta VERDAD inexcusable es sobre la que te INVITO A REFLEXIONAR.
Estés en la edad que estés, en la ‘estación’ de tu vida que quiera que sea, bueno es que seas consciente del camino recorrido y del que ahora estés abocado a continuar.
Es una verdadera lástima VER a las personas que no saben VIVIR en la ‘estación’ de su vida en la que se encuentren, sencillamente porque nunca se han parado a pensar que el tiempo es inexorable en la sucesión de las horas, de los días, meses y años, y que lo vivido va quedando atrás porque ha de dar paso a lo siguiente.
Precisamente, para encontrar el equilibrio deseable en la propia persona, se ha de tener en cuenta la realidad de cada momento y lo que en cada edad es posible o no.
La persona que no sabe darse cuenta de una manera consciente, de dónde está y hacia dónde va, no debe extrañar que se manifieste en ella hasta un fuerte desequilibrio.
No basta con encontrarse, como de repente, con que se tiene la edad que se quiera suponer, con sus posibilidades y con sus limitaciones, sino que la persona haya sabido caminar hacia esa edad, previniendo lo que en la lógica humana puede o debe pasar.
Si así lo hace, cuando vayan llegando los diferentes momentos asumirá la realidad y no entrará en ninguna reacción negativa, que le lleve a rechazar la situación real en la que se encuentra, porque si es así, el resto de su vida será verdaderamente amarga, y solo conseguirá, cuando menos, la desesperanza, que ya es en sí algo muy negativo y desde el punto de vista moral podrá llegar a ser pecado si se persiste en esa actitud, porque se corre el peligro de llegar a la desesperación, que ya sí que es grave.
Y si no se ha tenido la previsión de prepararse, llegado el momento y comprobada la realidad, la persona debe ser mínimamente HUMILDE, reconocer su error de no haberse preparado y ACEPTAR lo que hay, lo que es, evitando lanzarse a ‘aventuras desgraciadas’ que siempre cobrar un alto precio en el orden que se quiera mirar.
Reza ya, al menos tres avemarías, pidiendo a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI
Madrid – España
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