Reflexión 2 de Septiembre

Buenos días
Hubo un slogan en una campaña que no recuerdo bien de que era, que decía: Cambia tu vida para cambiar el mundo.
Tiene mucho sentido, pero no es fácil entender y menos aún llevarlo a cabo.
El mundo es algo que sobrepasa al hombre en su modesta realidad y si no se para a una reflexión sensata, no podrá de ninguna forma aceptar que el cambio de su vida vaya a repercutir directamente en el cambio del mundo.
Puede ver con total claridad que el mundo debe cambiar, pero no le es fácil comprender que él tenga algo que ver en ese cambio, que en algunos aspectos debería ser hasta radical.
Pero si se pusiera a pensar en la importancia del cambio de su vida, puede que entendiera algo más.
En principio deberá darse cuenta en qué aspectos, en qué cosas puede, incluso, debería cambiar, partiendo de los hábitos más personales, incluso íntimos, que están condicionando otras muchas cosas de su vida exterior por la repercusión que tienen en ella.
Luego continuaría con aspectos más externos, dándose cuenta de que en la vida es más positivo ser amable que ser grosero, estar disponible que ignorar siempre las demandas y necesidades de los demás pidan o no pidan; que hacer los trabajos bien repercuten en los demás de forma positiva y genera una cadena de buenas actitudes, lo que cuando se realizan mal, irresponsablemente, sus consecuencias serán negativas en toda la cadena que se suceda.
Por todo ello no es tan difícil comprender que uno mismo está incidiendo en lo bueno y en lo malo del mundo, lo que exige un posicionamiento serio de sí mismo para actuar como una persona, que además es hijo de Dios, heredero del Reino de los Cielos, y que su vida consiste sencillamente en seguir los planteamientos del Señor Jesús, que nos dice muy directamente: “Vosotros SOIS LA SAL DE LA TIERRA. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros SOIS LA LUZ DEL MUNDO. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
BRILLE ASÍ VUESTRA LUZ ante los hombres, para que VEAN VUESTRAS BUENAS OBRAS Y DEN GLORIA A VUESTRO PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS”. (Mt 5,13-16).
Te pido ya esa humilde y sencilla oración, que implore del propio Señor Jesús la gracia para todas las necesidades de los Hermanos, encomendando a esta oración comunitaria también tus propias necesidades. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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