Reflexión 19 de Septiembre

Buenos días.
Es necesario tener en la vida una meta clara que mantenga a la persona en la tensión necesaria para una vida fructífera, útil, capaz de alcanzar todos los propósitos que vayan surgiendo de esa meta.
Cuando la persona es víctima del mundo que la rodea, llevada por las manipulaciones de los diversos medios que existen en la sociedad de consumo, no puede vivir en la libertad de su pensamiento, de sus deseos o de sus propósitos.
No tiene definida la razón de ser de su vida y como quiera que tiene a su alcance los recursos que proporcionan las nueva tecnologías, puede ir pasando la vida sin la necesidad de grandes planteamientos, ni tan siquiera de dar respuesta a los interrogantes básicos de la propia realidad humana, lo que termina llevándola a las nuevas formas de ‘esclavitud’.
Es triste ver a gente joven y menos joven que todo su objetivo es pasarlo lo mejor posible, sin más interés que tener lo imprescindible para vivir el día a día sin ir más allá.
Estamos viendo como en una situación tan excepcional como es la pandemia del coronavirus, se aceptan los ‘sacrificios puramente humanos’ que imponen las autoridades para intentar frenar esta verdadera plaga, pero en cambio no se abandona ningún otro deseo, capricho, exceso, etc., en cuanto se abre la mano.
Lo estamos viendo en las últimas semanas.
No hay verdadera renuncia, verdadero sacrificio, verdadero esfuerzo personal y colectivo, para superar la situación.
Entonces, ¿qué está pasando? Algo tan sencillo como que no hay META DEFINIDA más allá de que acabe la pandemia y se pueda seguir la vida al aire de cada cual.
El hombre tiene un destino de eternidad para el que fue creado, que él mismo decide y cuando no lo hace, el desastre en la vida personal está asegurado.
Al Dios y Padre del Señor Jesucristo no se le puede ignorar como está haciendo esta generación del coronavirus, pues solo hay que atender y ver lo que hay alrededor, que lejos de buscar la ayuda del Altísimo, se apoya en sus fuerzas incapaces de encontrar la solución.
Parece que lo lógico es que ante esta dura realidad, las gentes se hubieran vuelto a mirar a donde puede encontrarse la Luz y la Gracia, y pasados los meses lo que nos encontramos es menos creencia en Dios, y para nada, organizarse para rezar juntos, para hacer diferentes ejercicios de penitencia, ayunos o cosas similares, que alcancen del buen Padre Dios el final de este desastre humanitario.
¿Qué queremos?
La vida ya no es la misma, las cosas han cambiado, las costumbres y la convivencia en los diferentes niveles sociales, tampoco son las mismas.
No vale querer que las cosas vuelvan a donde antes, porque el verano ya ha demostrado que no es así, por eso es necesario entrar dentro de sí y preguntarse: ¿Cuál es mi objetivo, mi meta? Y sea cual sea, no pretendas orientarla sin Dios, porque el fracaso, personal o colectivo, está asegurado.
Con humildad, no puede ser de otra forma, reza a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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