Reflexión 29 de Mayo

Buenos días
Queriendo con toda nobleza y sinceridad avanzar en la vida cristiana, hemos de ir profundizando más y más en todo lo que es el conjunto de la Divina Revelación, contenida en la Doctrina y Tradición de la Iglesia.
Sabemos que en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos todo este tesoro doctrinal, que necesitamos conocer y al que hemos de ir armonizando nuestra vida cristiana para hacerla cada día más del agrado de Dios.
Para contribuir a esto, estos días estamos reflexionando sobre cada uno de los Siete Dones del Espíritu Santo, en tanto vamos vigilantes al encuentro con el Espíritu Santo en la pronta Solemnidad de Pentecostés.
Hoy nos acercamos al DON DE ENTENDIMIENTO, mediante el cual le es dado al cristiano un conocimiento más profundo de los MISTERIOS de DIOS.
Con este Don, la persona tiene una mayor certeza de lo que CREE, todo es más CLARO, la Fe se fortalece y llega a hacerse inamovible.
Para llegar a este CONOCIMIENTO es necesaria la luz que da el Espíritu Santo, que se recibe en la medida de la PUREZA DEL CORAZÓN y de los deseos de SANTIDAD.
La pureza de corazón como la rectitud de intención, a las que me he referido en diferentes meditaciones, exigen tres pasos: uno, el querer tener y practicar estas virtudes; dos, ponerse en camino; tres, hacerlo con perseverancia, o lo que es lo mismo, día tras día sin sucumbir a las tentaciones continuas de ‘impurezas’ o de seguir intenciones erradas por intereses bastardos.
Finalmente debemos decir que el DON DE ENTENDIMIENTO ilumina también el entendimiento personal para poder comprender en toda su profundidad la Palabra de Dios revelada.
Es muy interesante trabajar también, en lo que esté de la parte personal, por conseguir que este DON DE ENTENDIMIENTO pueda desarrollarlo el Santo Espíritu en nuestra alma, en nuestra vida.
Reza ya por todas las necesidades de los Hermanos, suplicando a María, nuestra Madre y nuestra Guía, que nos fortalezca en el tránsito de este camino en el que estamos, para que en nada se aparte del Amor de Dios; no olvidando, ya al final de este Mes de María, que el Santo Rosario es el arma más poderosa que tenemos a nuestro alcance para poder vencer los caminos errados del pecado. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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