Reflexión 1 de Septiembre

Buenos días 
¿Quién no ha sufrido alguna vez la tribulación?
Parece que está situación moral y anímica es bastante generalizada en las vidas de las personas.
Unas veces es circunstancial y transitoria, otras puede llegar a revestir una seria realidad que dura en el tiempo y que causa mucho sufrimiento.
Son situaciones difíciles de afrontar, porque en la persona se suscitan sentimientos encontrados, que si no se canalizan convenientemente puede llegarse a otros males mayores.
De aquí que sea muy importante que la persona atribulada no pierda el horizonte de la ESPERANZA, en la que se debe mantener por una gran CONFIANZA EN DIOS.
Y por parte, las personas que están cercanas a otra persona que sufre tribulación, deben tener muy claro que la mejor ayuda que le pueden prestar, pasa por mostrarle una verdadera comprensión de su problema. Acompañarla durante su camino amargo, estimulándola para que se abra a la ESPERANZA que comentamos más arriba, que le dará el ánimo para luchar y seguir la vida con la fortaleza que genera la ILUSIÓN.
He aquí ya mi petición de que ores al Señor Resucitado por todas las intenciones y necesidades de los Hermanos reunidos aquí, en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España
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